Los falsos recuerdos después de la siesta
La siesta vespertina favorece la higiene del sueño de algunas personas porque además ayuda a restaurar el estado de alerta a mitad del día, reactiva la creatividad y le brinda un nuevo vigor al cuerpo.
Sin embargo, hay investigadores que advierten sobre el “efecto Matrix” de la siesta, momento en que se implantan recuerdos falsos en el cerebro.
La siesta no fija la memoria con la misma eficacia ni es igual de saludable que una noche de sueño completo, y esta es la razón por la cual los neurólogos aseguran que no siempre son recomendables.
En la fase de sueño ligero están los husos del sueño, ráfagas veloces de actividad cerebral que se dan y que se vinculan a la transformación de recuerdos recientes y efímeros en memorias a largo plazo. Estas repeticiones oscilatorias de medio segundo a dos segundos de duración, cumplen una función parecida a la de “revivir” los recuerdos del día para facilitar su memorización.
Estos mismos husos del sueño son igualmente responsables de un fenómeno que conduce a distorsionar inconscientemente la propia percepción de la realidad.
Lo que sucede con las siestas es que lejos de beneficiar un sueño reparador en corto tiempo, el cerebro se queda a medias en el proceso. Para que se dé un proceso completo de sueño, se requiere de al menos dos horas ininterrumpidas, pero para que el cerebro haga la reconstrucción y fijación de la memoria necesita siete horas de descanso nocturno en promedio.
Esto no quiere decir que hacer la siesta sea negativo para la salud o la memoria, sólo que en el proceso natural en el que el cerebro reconstruye la memoria está pasando por una reinterpretación que es fiable si se le da el tiempo necesario.
La siesta nos compensa las horas de sueño que hayamos perdido en la noche pero no reemplaza ni es tan saludable como el sueño nocturno para efectos de crear nuestros recuerdos y fijarlos en la memoria.
Así que si no duermes lo suficiente, observarás cómo evocas recuerdos de cosas que no ocurrieron.