Dormir más o menos también tiene que ver con tu edad
Cada vez que dormimos el tiempo y con la higiene adecuada logramos ese efecto regenerador que necesitamos para emprender las actividades del día. Por eso en la edad adulta se requieren entre 7 a 9 horas de sueño profundo para mantenernos sanos y activos. En cambio los bebés necesitan más horas para cumplir su proceso de crecimiento y desarrollo, mientras que los ancianos empiezan a dormir menos.
Así que cuando preguntamos ¿cuántas horas necesitamos dormir según nuestra edad? La neuróloga Celia García Malo responde que “depende”.
No se trata sólo de tiempo sino de calidad y esto también va condicionado por la edad. De hecho la experta aclara que no se trata de una fórmula exacta, porque incluso dentro de una misma franja etaria puede variar el número de horas de sueño que se requieren para alcanzar el verdadero descanso.
García Malo explica que la falta de sueño a cualquier edad se traduce en problemas de memoria, fallas de concentración, cansancio, apatía, tristeza o malhumor. En el caso de los niños además se asocian conductas impulsivas o un cierto estado de hiperactividad, como forma de defensa para combatir la hipersomnolencia.
De igual forma la falta de sueño favorece la aparición de problemas endocrinológicos que estimulan el riesgo de diabetes, enfermedades cardiovasculares, mayor riesgo de infarto e ictus.
Entonces ¿cómo sabemos que gozamos de calidad e higiene del sueño según la edad que tengamos?.
Los patrones sueño-vigilia están condicionados a luz-oscuridad. Por ello de esto depende mucho la calidad del sueño tengas la edad que tengas.
Evitar los trasnochos, la hiperactividad antes de ir a la cama o dormir con mucha luz o agentes distractores es fundamental seas niño, adolescente, adulto o anciano.
La higiene del sueño en niños tiene mucho que ver con los hábitos de vida y la educación que al respecto se dé en casa por parte de los padres.
Durante la adolescencia las horas de sueño ya no son las mismas, los patrones inculcados en la infancia comienzan a resentirse y por tanto así mismo la higiene del sueño. En esta etapa se pueden desarrollar algunos trastornos del sueño y es muy importante que los padres estén atentos a ello.
Ya en la edad adulta, debido a las responsabilidades laborales o familiares, se da por sentado la tendencia a que exista un estado de privación de sueño, sin embargo, aplicando algunos hábitos se puede conciliar un sueño reparador.
En la vejez definitivamente la calidad de sueño es menor así como las horas de sueño también.
La razón por la que el sueño va en escalonado descenso a medida que tenemos más edad es que existe un defecto progresivo en la síntesis de melatonina en la glándula pineal, de forma fisiológica.
La melatonina es la hormona que induce el sueño pues regula la oscilación entre sueño-vigilia y su producción se reduce con la edad. Diversos estudios señalan una relación inversamente proporcional a la frecuencia de mala calidad de sueño por lo que el déficit en la producción de esta hormona se asocia con trastornos del sueño en general.
Los ancianos atraviesan problemas para conciliar el sueño o permanecer dormido, también suelen tener demasiado sueño o comportamientos anormales mientras duerme.
Por ello a cualquier edad es importante acondicionar los espacios para que se cumplan los ciclos de sueño-vigilia que se rigen por luz y oscuridad en el ser humano. La neuróloga Celia García Malo asegura que esta es la mejor manera de “sincronizar” con nuestro entorno.