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DE VUELTA AL COLE: A DORMIR TEMPRANO

10 septiembre 2019

Volvemos al cole y con esto a todas las obligaciones y rutinas que conlleva.

Entre las rutinas más importantes que, como padres, debemos proporcionar a nuestros hijos, es la de irse a la cama y dormir a  una hora adecuada.

Esta acción conlleva en los niños, al igual que en los adultos,  que al día siguiente sean capaces de asumir sus responsabilidades  de una manera efectiva, tengan capacidad de concentración, de atención, humor adecuado… Muy al contrario que cuando tenemos sueño, que no podemos asumir las tareas al cien por cien, no nos podemos concentrar, tenemos la atención dispersa, estamos de mal humor, en los niños se produce mucha inquietud y más actividad y nerviosismo, se caen con más frecuencia, hay más rabietas…

Para llegar a este objetivo principal, después de un verano sin horarios, deberíamos, sobre todo, estar los adultos muy concienciados de lo beneficioso que es lo que vamos a trabajar y ambos padres trabajar a una para conseguirlo.

Una vez que tenemos esta premisa, debemos ver la situación “desde arriba” para que la perspectiva nos ayude y proponer un plan diario en el que cada día seamos conscientes que nos estamos yendo unos cinco minutos antes a la cama hasta llegar a una hora aproximada en la que, contando con que vamos a estar un ratito con ellos contándole un cuento o hablando del día, con una luz muy tenue y una media voz, para relajar lo más posible al niño, las horas efectivas de sueño sean entre 10 y 12 horas, dependiendo de la edad de nuestro hijo.

No hay que decir que, en la medida de lo posible, los niños no deben tomar bebidas estimulantes a lo largo de la tarde, sino al contrario, hay alimentos, como la leche, que contiene triptófano, que ayuda a atraer al sueño. Y de la misma manera, el uso de tablets o de cualquier dispositivo que tenga lo que se llama “luz pulsada” (que son los que tienen luz en su pantalla), son contraproducentes en el momento de ir a la cama, ya que estimulan la producción de cortisol en vez de la de melatonina que es la hormona inductora del sueño.

La rutina previa para irse a la cama, depende de cada casa. En unas será baño, cena y a la cama, en otras, cena, baño y a la cama… realmente esto es lo de menos. Lo importante es que sean todas las noches igual, para que el niño aprenda que una cosa va seguida justamente de otra y este aprendizaje le provoca seguridad.

En los primeros días, por supuesto, se nos puede hacer un poco más cuesta arriba llegar a nuestros objetivos, ya que venimos de un desorden horario y de actividades, que caracteriza las vacaciones pero que puede provocar insomnio inicial, más despertares de la cuenta a lo largo de la noche, resistencia a irse a la cama porque al no tener rutinas, no se sienten seguros y “necesitan” más la presencia de sus adultos y ellos quieren estar en la sala, si es allí donde están sus padres, y no en el dormitorio, sobre todo si los van a dejar solos estos primeros días.

Como consecuencia de que no duerman las horas que por su edad necesitan a lo largo de la noche, nos podemos encontrar con que las siestas (normales y necesarias hasta aproximadamente los tres años) se alarguen más de lo normal (más de dos horas), porque sus horas las tienen que dormir, ya sea de manera ordenada (horas adecuadas de noche más siesta de hora y media o dos horas) o a trozos (muchas minisiestas a lo largo del día) o tener mucho sueño a lo largo del día con los problemas conductuales que esto conlleva. Por lo tanto, debemos tener claro que siesta sí, pero no más de dos horas y siempre en un horario alejado de la hora a la que se tengan que ir a la cama por la noche, si no, repercutirá en el descanso nocturno y será un círculo vicioso del que nos costará salir.

Espero que con todas estas recomendaciones, el sueño de la vuelta al cole sea el adecuado y se minimicen los días de adaptación, que en líneas generales, puede llegar a ser de aproximadamente una semana.

Creado por: Sonia Esquinas

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