CRISIS PARA NO DORMIR: ENTREVISTA AL DR. GARCÍA-BORREGUERO

11 diciembre 2015

Entrevista al Dr. Diego García-Borreguero en El Periódico +Salud:
“CRISIS PARA NO DORMIR”

 

Al menos tres de cada diez españoles, más de 12 millones, según estudios oficiales, sufren trastornos del sueño y no descansan lo suficiente. Unos no duermen por culpa de enfermedades como el síndrome de las piernas inquietas; otros, porque no les dejan, y algunos se duermen en cualquier momento. Diego García-Borreguero, quien fue presidente de la Sociedad Española del Sueño, considera que los espectaculares avances en el campo de la neurobiología han permitido entender mejor los mecanismos del sueño y desarrollar fármacos para bloquearlo e inducirlo. Además, estudios con hasta un millón de personas han corroborado que, aparte de empeorar la calidad de vida, los trastornos del sueño pueden provocar graves enfermedades y disminuyen la esperanza de vida. «El principal reto –apunta el experto– es poder determinar genéticamente con una mayor precisión qué personas tienen alto riesgo de padecer determinados trastornos del sueño para prevenirlos mejor».

EL IMPACTO DE LA CRISIS
Reconocer que se duerme mal y contárselo al médico es un paso determinante para solucionar el centenar de trastornos descritos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), empezando por la mala calidad del sueño
que está aumentando la afluencia de insomnes a los centros de salud y hospitales ante la hipoteca sin pagar, el trabajo que peligra, el paro y otros efectos derivados de la crisis. «Atendemos a más gente que no puede dormir por estas preocupaciones, pero también a otros que duermen más de la cuenta, se duermen donde no toca o cuando duermen hacen cosas que no son normales», explica Isabel Vilaseca, coordinadora de la unidad multidisciplinar de trastorno del sueño del Hospital Clínic de Barcelona. En esta y en el más de un centenar de unidades del sueño existentes en España los pacientes son sometidos a numerosas pruebas durante sus horas de sueño, lo que permite evaluar el problema en directo. Lo normal es que una sola noche baste para determinar la naturaleza del problema
y el tratamiento más adecuado. Mientras el paciente duerme es sometido a una polisomnografía, que controla las distintas variables implicadas en el sueño mediante encefalogramas o electroespirogramas. El tipo de ronquido, la intensidad de la respiración y el número de despertares durante la noche son algunas de ellas. El análisis se acompaña de una revisión otorrinolaringológica completa para estudiar el estado general de las vías respiratorias.

TALLER DE REPARACIÓN
«El sueño es un taller de reparación y restauración de lo que hemos gastado y consumido durante el día», subraya Eduard Estivill, especialista en medicina del sueño, neurofisiólogo y pediatra. Por tanto, dormir mal provoca una larga lista de consecuencias, desde mal humor, cansancio y falta de rendimiento a depresión y trastornos metabólicos (obesidad), dermatológicos (arrugas y ojeras), cardiovasculares, gastrointestinales e inmunológicos.
Estivill defiende que en un niño de 4 años el taller de reparación debe funcionar al menos 11 horas; en un adolescente, nueve, y en un adulto, entre siete y media y ocho. A partir de los 60 o 65 años, con seis horas puede ser suficiente, pero debe completarse con dos siestas de 15 o 20 minutos. Vilaseca ofrece una observación muy simple para saber si se va corto de sueño: así es si el día que no se tiene que trabajar se duermen dos horas más.

EL INSOMNIO , UN SÍNTOMA
El problema, según los especialistas, es que el insomnio, por ejemplo, solo es un síntoma, y hay más de 40 causas que lo provocan. No es lo mismo dormir mal por haberse tomado 10 cafés y 10 colas que por un hipotiroidismo. «Hacer el diagnóstico correcto, es decir, hallar la causa exacta, es básico para poder realizar un tratamiento adecuado desde la atención primaria y evitar que la enfermedad se cronifique», subraya Salvador Tranche, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc). Los especialistas coinciden en que los tratamientos deben ser en función de la causa. Ante el consumo excesivo de estimulantes, la solución será mejorar las normas higiénicas y reducirlo. Ante el hipotiroidismo, los tratamientos que los endocrinos crean más adecuados. Algunas causas pueden ser tratadas con fármacos específicos para el sueño (hipnóticos o ansiolíticos). Otras pueden ser tratadas con técnicas de conducta, relajación, terapias con plantas o melatonina, e incluso la acupuntura puede ser muy útil.

TRATAMIENTO MULTIDISCIPLINAR
García-Borreguero, quien también es el director del Instituto de Investigaciones del Sueño de Madrid, advierte de que los tratamientos a base de somníferos no siempre son eficaces e incluso a veces están contraindicados. «Por poco
que se pueda, el insomnio tiene que tratarse sin fármacos hipnóticos, porque cada vez van haciendo al paciente más dependiente de ellos, y luego cuesta desengancharse », añade asimismo la responsable de la unidad del sueño del Clínic. Con ese objetivo dispone de un equipo multidisciplinar de psicólogos, psiquiatras, neurólogos, neumólogos, otorrinos y otros especialistas. Cada causa tiene su tratamiento. Frente a algunas pueden usarse fármacos y ante otras, técnicas de conducta e incluso plantas.

UN SOPOR CON FINAL EN LA CUNETA
La apnea del sueño es una enfermedad que afecta al 5% de la población, pero según los médicos no suele diagnosticarse y solo el 30% de los casos se tratan. Este trastorno se caracteriza por obstrucciones repetidas –hasta 80 veces por hora– de la vía aérea mientras se duerme. Esos cierres reiterados de la vía aérea causan episodios de falta de oxígeno en la sangre, lo que se conoce como hipoxia intermitente, y provocan un sopor o somnolencia diurna incontrolable. Especialmente asociada la obesidad, cada vez es más fácil de detectar en las unidades del sueño. «Es importante diagnosticarla y tratarla, sobre todo en personas que trabajan con maquinaria o conducen, «por- que un mal dormir y un sueño a destiempo por esta u otra causa les puede llevar a la cuneta», advierte Isabel Vilaseca, de la unidad multidisciplinar de trastorno del sueño del Clínic. La Sociedad Española de Neumología (SEPAR) atribuye al excesivo sueño diurno el 30% de los accidentes de tráfico. «La mayoría de los paciente de apnea declaran haberse dormido alguna vez al volante», asegura en un reciente estudio Joaquín Terán, neumólogo del Complejo Hospitalario de Burgos, quien subraya que padecer apnea incrementa el riesgo de accidentes hasta siete veces. El tratamiento de los pacientes con este trastorno, calcula, evita más de 500 accidentes al año.

SENDERISMO DENTRO DE CASA
En España más de cuatro millones de personas sufren el denominado síndrome de piernas inquietas, una enfermedad crónica de tipo neurológico que causa graves problemas a la hora de dormir por las noches, lo que en muchos casos les incapacita para trabajar o estudiar y, en general, daña su calidad de vida. Escalofríos, picores, pinchazos y hormigueos son alguna sensaciones que experimentan los afectados por este trastorno, que provoca la necesidad urgente de mover las piernas. «Una noche buena no duermo más de tres horas seguidas. Uno de mis trucos es hacer senderismo casero, andar por el pasillo, pasillo va, pasillo viene, ir a la cama y luego volver a levantarme. Algo insoportable. Además, ni te atreves a ir al teatro o al cine. Acabas agotado», comenta con cierta resignación Juan Calvo, diagnosticado desde hace 20 años, cuando tenía 45, y que desde entonces se dedica a ayudar a otros enfermos. Los médicos de atención primaria ven cada vez más casos. Salvador Tranche, del grupo de neurología de la Semfyc, considera que el mal está infradiagnosticado «porque no es sencillo detectarlo». Destaca que la mayoría de quienes lo sufren no reciben un tratamiento efectivo y que, si bien se desconocen las causas, parece existir una gran carga hereditaria y genética.

TODA LA NOCHE CAVANDO UNA ZANJA
Me he pasado toda la noche soñando que cavaba una zanja con pico y pala y me he levantado para el arrastre». La descripción de Jesús Burgos puede ser, según el doctor Tranche, un caso típico de las parasomnias, comportamientos o fenómenos anormales que aparecen durante el sueño, fruto de una alteración, a veces brusca, en su estructura. Los especialistas meten en esta especie de cajón de sastre otras alteraciones, sin una causa biológica
precisa, que los pacientes luego no recuerdan, como el sonambulismo o acto de caminar semiinconsciente en las horas del sueño más profundo, los terrores nocturnos y otros trastornos que aparecen en la fase difusa entre el sueño y el despertar. «Por ejemplo, si está en una situación violenta, el paciente empieza a defenderse, pega palmadas, bofetones… Te lo cuenta la pareja», explica Tranche. Más típicas de la infancia y adolescencia, estas alteraciones, según Jorge Iriarte, neurofisiólogo de la Universidad de- Navarra, pueden persistir en adultos. Y a veces, tras sonar el despertador, llevar a conductas inconscientes inapropiadas como vestirse, caminar, comer, beber o incluso conducir vehículos. ¿Tratamiento? Muchas veces no se necesita, y otros casos no tienen uno específico más allá de los antidepresivos. El viejo truco frente al sonambulismo es cerrar puertas y ventanas y dejar la luz encendida.