LA MEJOR NOCHE DE TU VIDA

5 mayo 2016

“Un día bien vivido es la clave para una buena noche de sueño” .- Leonardo da Vinci
“El sueño es la mejor meditación” .- Dalai Lama
“No hay esperanza para una civilización que empieza cada día con el sonido del despertador” .- Anónimo

Quizá una buena noche de descanso no califica para muchos como “la mejor noche de su vida”, pero en el mundo hiperactivo, hiperestresado e hiperproductivo en el que vivimos, donde trabajamos a turnos y los aviones nos permiten cambiar de zona horaria en menos tiempo del que necesitamos para dar un tranquilo paseo por el parque, una buena noche de sueño ha pasado a ser un bien escaso, un lujo casi inalcanzable.

Aunque a estas alturas parece que todo el mundo es consciente de la importancia del sueño, me sigue sorprendiendo la facilidad con la que postergamos constantemente la hora de acostarnos. Cualquier actividad parece más importante que retirarse a la cama a una hora prudente (incluyendo ponerse al día de lo que pasa en MasterChef o revisar Facebook). No es hasta que el estridente sonido del despertador nos saca bruscamente de nuestros sueños que nos arrepentimos de estos pecados nocturnos. Tratamos de redimirnos con el botón Snooze, sin mucho éxito, el castigo regresa en pocos minutos.
Una de las temáticas principales de la Revolución es la divergencia entre el entorno moderno y el que nuestros genes esperan. Los problemas asociados a un entorno para el que nuestros genes no están diseñados es la causa de la mayoría de las denominadas enfermedades de la civilización.

El mito de las 8 horas seguidas de sueño

Hemos oído cientos de veces la recomendación de dormir 8 horas seguidas cada noche. Yo mismo lo considero una buena regla para mejorar la salud. Pero ¿es esto normal desde un punto de vista evolutivo?, ¿es así como dormíamos?. Los estudios más recientes muestran otra realidad.

Un interesante experimento (detalle) llevado a cabo por el psicólogo Thomas Wehr a principios de los años 90 intentaba identificar el patrón natural de sueño de los humanos en un entorno más similar al que experimentamos durante millones de años. Por cuatro semanas restringió a 15 voluntarios la luz artificial durante 14 horas cada noche, mientras permanecían encerrados en una habitación oscura.

Durante los primeros días, casi todos simplemente dormían mucho más de lo normal, unas 10-11 horas seguidas. La explicación es probablemente un intento del cuerpo de pagar la ‘deuda de sueño’ que la mayoría de personas acumulan en la sociedad moderna. Pero a los pocos días, una vez saldada esa deuda con nuestra fisiología, algo sorprendente sucedió.

Casi todos empezaron a dormir dos veces. Un sueño inicial de 3-5 horas, seguido de 1-2 horas de vigilia y otras 3-5 horas de sueño inmediatamente después. El tiempo medio que dormían rondaba en casi todos los casos las 8 horas de las que siempre hablamos, pero separadas en dos fases bien diferenciadas. Lo curioso es que ese espacio en mitad de la noche no estaba acompañado de las típicas vueltas en la cama y ansiedad nocturna que muchos experimentan hoy, sino que lo definían como una sensación placentera de relax, de semi-meditación, de claridad mental. En casi todos los casos se manifestaban mejoras de productividad y bienestar físico durante el día. Parece claro el beneficio de reconectar con nuestro patrón de sueño natural.

Este experimento sin embargo no hace más que confirmar lo que muchos antropólogos e historiadores sabían hace tiempo.

El historiador Roger Ekirch recoge en un fascinante libro (At Day’s Close: Night in Times Past) la relación de diferentes sociedades con la noche antes de la revolución industrial y la iluminación artificial. Uno de los aspectos más destacables del libro (fisiológicamente hablando) es la naturalidad con la que la gente hablaba de las dos fases del sueño. La literatura y documentos de siglos pasados están llenos de referencias a lo que se llamaba “primer sueño” y “segundo sueño”, con recomendaciones específicas para esos períodos de vigilia entre los sueños principales.

Un doctor inglés indicaba que la mejor hora para el estudio y la contemplación era entre el primer y el segundo sueño. Un manual francés de medicina del siglo XVI aclara que el mejor momento para procrear no es al final de un largo día de trabajo, cuando el cuerpo está cansado, sino después del primer sueño”. Interesante enfoque :).

El mismo Cervantes aludía a estos diferentes sueños “…cumplió don Quijote con la naturaleza durmiendo el primer sueño, sin dar lugar al segundo, bien al revés de Sancho, que nunca tuvo segundo, porque le duraba el sueño desde la noche hasta la mañana, en que se mostraba su buena complexión y pocos cuidados“.

Las menciones a este primer y segundo sueño empiezan a reducirse a partir del siglo XVII y XVIII, al aumentar la iluminación de las calles (inicialmente con velas) y popularizarse las tabernas y actividades nocturnas. Con la llegada de la luz eléctrica a finales del siglo XIX las menciones a estos dos sueños desaparecen definitivamente.

Este patrón bifásico es similar a lo que vemos todavía en muchas sociedades cazadoras-recolectoras actuales, y lo que con alta probabilidad hacían nuestros antepasados del paleolítico. Dormir al caer la oscuridad, despertarse en la mitad de la noche para echar un ojo a los niños, atizar un poco el fuego… y echar otra cabezada.

Quizá nuestra famosa siesta (tristemente en peligro de extinción) es simplemente una versión ‘moderna’ del sueño bifásico que nos acompañó durante nuestra evolución.

Algo que era la norma hasta hace unos pocos siglos es ignorado hoy por la mayoría. Es imposible saber cuántos de nuestros problemas actuales son fruto de ignorar esta fragmentación natural del sueño. Los estudios al respecto son mínimos.

Quizá no es práctico para el homo sapiens oficinensis moderno intentar recuperar este patrón natural de sueño (buena suerte explicándole a tu jefe que tienes que llegar a casa al oscurecer para no retrasar el primer sueño). Personalmente opino que estamos razonablemente bien adaptados al nuevo patrón de 7-9 horas de sueño seguidas, y que el principal problema no viene tanto por no segmentar el sueño como por la perturbación constante de nuestro ritmo circadiano.

Fuente: http://www.fitnessrevolucionario.com/2014/02/06/la-mejor-noche-de-tu-vida-y-el-mito-de-las-8-horas-de-sueno-parte-i/

 

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