¿Perjudica el cambio de hora a la salud?

27 octubre 2015

¿Perjudica el cambio de hora a la salud?

 

La discusión sobre si el cambio de hora  perjudica a la salud no es nueva.  Efectivamente, ya desde que la mayor parte de los países desarrollados instauraron esta práctica hace varias décadas, la polémica sobre  los posibles efectos perjudiciales para la salud se ha producido cada año. 

 

 

El cuerpo humano realiza muchas de sus funciones biológicas de manera que se repiten periódicamente con una regularidad de 24 horas. El sentido de tal periodicidad es que el conjunto de las funciones fisiológicas (hormonas, temperatura, inmunidad, etc.) puedan producirse de manera coordinada, de tal manera que por ejemplo, mientras estemos dormidos no se produzcan picos de secreción de algunas hormonas que pueden despertarnos, etc.  El sueño es una de ellas.  Los seres humanos no dormimos de manera aleatoria a lo largo de las 24 horas, según tengamos más o menos sueño.  Si fuera así, nuestra conducta sería caótica, y no podríamos realizar ninguna actividad al encontrarnos en un estado de duerme-vela permanente.   Está, por tanto, en nuestro interés el poder concentrar la actividad de vigilia en una parte del día, y poder concentrar el sueño en otra, y que todo esto ocurra de una manera coordinada con el resto de las funciones del organismo.  El organizador de todo esto es el llamado reloj biológico, que es un grupo de neuronas situadas en el cerebro que tienen la capacidad de emitir de manera cíclica una señal, igual que un reloj.  Así, mediante la señal periódica que emiten estas neuronas se marca el tiempo a las restantes funciones del organismo.   Por otro lado, aunque este reloj marca un “horario” propio, se ajusta continuamente según la información que recibe de dentro (p. ej., ejercicio físico, información nutricional, etc.) y de fuera (ciclo día-noche, cambios horarios) del organismo. Para un adulto sano, esta capacidad de ajuste del reloj biológico al horario externo suele ser , por término medio, de 1-2 horas por día.  Es decir, ante un adelanto de la hora externa de, por ejemplo, 6 horas, como es el que se produce tras un viaje a la costa este de los EEUU, nuestro reloj biológico tarda por término medio 3-5 días en ajustarse al nuevo horario.  Durante el periodo de ajuste, nuestro organismo va a sufrir el cambio en forma de algunos síntomas (desregulación de sueño y de la vigilia, cansancio, cefaleas, etc.).  Es lo que denominamos “Jet-lag”.  En general, para los adultos jóvenes, retrasar el reloj ( p.ej.,  viajando hacia el oeste) resulta más fácil que adelantarlo.  Para las personas mayores suele ser al revés.  El mismo principio es aplicable para las personas que realizan trabajo por turnos, o que tienen que cambiar bruscamente sus horarios de sueño/vigilia.  Pero la capacidad de adaptación de nuestros ritmos biológicos no es la misma para todas las edades.  Los niños y los ancianos tienen una adaptabilidad menor, y les cuesta algo más de tiempo adaptarse.

 

 

En principio, el adelanto o retraso de una hora no tiene mayores consecuencias para la salud, ya que el organismo tiene capacidad suficiente para adaptarse en cuestión de muy pocos días a un cambio horario que por otro lado resulta mínimo.  Es posible que en algunas poblaciones especiales (niños, ancianos, o en algunas personas con problemas oftalmológicos o neurológicos) dicho proceso de adaptación requiera más tiempo, pero, en cualquier caso y en términos generales, pero para el organismo representa un obstáculo menor.

 

 

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