TERAPIA COGNITIVA PARA COMBATIR EL INSOMNIO Y LOS SOFOCOS

24 mayo 2016

La terapia cognitiva vía telefónica mejora los síntomas de la menopausia
Un estudio publicado en JAMA Internal Medicine concluye que una charla telefónica con un ‘entrenador del sueño’ ayuda a combatir el insomnio y los sofocos en mujeres menopáusicas.

Katherine Guthrie, investigadora principal del estudio, del ‘MsFLASH Data Coordinating Center’y miembro del ‘Public Health Sciences and Clinical Research divisions’, en ‘Fred Hutch Cancer Research Center’. (Fred Hutch file):
Mantener una conversación telefónica con un ‘entrenador del sueño’ mejora significativamente la calidad del sueño y reduce el insomnio en mujeres en todas las fases de la menopausia, según un estudio publicado en JAMA Internal Medicine.

Los investigadores consideran que realizar esta terapia por teléfono es potencialmente eficiente y coste-efectiva
La investigación también confirmó que la técnica cognitiva a través del teléfono reduce sensiblemente los sofocos y los síntomas vasomotores que interfieren en el día a día.

Estas son buenas noticias para las mujeres que no quieren pastillas para dormir o terapias hormonales para tratar el insomnio y los sofocos asociados a la menopausia, según explica Katherine Guthrie, coautora del estudio e investigadora del Fred Hutchinson Cancer Research Center.

“La mayoría de las mujeres menopáusicas sufren algunos de estos síntomas durante la noche. Dormir mal conduce a una fatiga diaria, mal humor y baja productividad diaria. Cuando los problemas del sueño se hacen crónicos, como sucede a menudo, hay muchas consecuencias físicas negativas, como riesgo de aumentar de peso y/o padecer diabetes o enfermedades cardiovasculares”, señala Guthrie, y añade: “Muchas mujeres evitan la medicación y los tratamientos hormonales por sus efectos secundarios”.

La muestra estaba formada por más de 100 mujeres de entre los 40 y 65 años
Este estudio es el primero y más amplio en este campo, y ha contado con la participación de MsFlash, una red de investigación fundada por el Instituto Nacional del Envejecimiento, que ha realizado ensayos clínicos aleatorios centrados en estos síntomas.

Metodología de los ensayos clínicos
La muestra estaba formada por más de 100 mujeres de la zona de Seattle, con edades comprendidas entre los 40 y 65 años, con insomnio moderado, que sufrían al menos dos sofocos al día. Todas ellas documentaron su patrón del sueño, con la frecuencia y grado de los sofocos, al cabo de 8 y de 24 semanas.

Sometieron a la mitad de las mujeres a una terapia cognitiva de conducta que implicara hablar con un ‘entrenador del sueño’ durante menos de 30 minutos seis veces durante ocho semanas. La terapia era impartida por dos profesionales no especializados en sueño: un trabajador social y un psicólogo. Antes de realizar las sesiones telefónicas, las mujeres tenían un día de entrenamiento en técnicas cognitivas de conducta.

Susan McCurry, responsable principal de los ensayos clínicos y profesora en Universidad de Washington, considera que “estas intervenciones serían mucho menos caras que las tradicionales terapias cognitivas de conducta realizadas de forma presencial, que suelen ser de seis a ocho sesiones con una duración de una hora cada una”, explica.

El objetivo de la terapia era localizar mujeres que estuvieran despiertas al menos el 85 por ciento del tiempo que permanecen en la cama, siguiendo unas reglas de control de estímulos. Las únicas instrucciones que les dieron fueron “no hacer nada en la cama, excepto dormir y mantener relaciones sexuales. Es decir, nada de leer, ver la televisión, mirar el correo electrónico o pagar facturas”, explica McCurry.

Las mujeres aprendieron rutinas para dormir así como formas de crear un ambiente propio para conciliar el sueño, como apagar los aparatos electrónicos al menos media hora antes de irse a dormir, no beber cafeína ni alcohol después de cenar y mantener la temperatura de la habitación moderadamente fría. También les enseñaron una técnica llamada preocupación constructiva (constructive worry) para poner en práctica cuando los pensamientos les impidan conciliar el sueño.

La otra mitad de mujeres de la muestra fueron asignadas a una intervención educativa. Hablaron con un ‘entrenador del sueño’ con la misma frecuencia que la otra mitad de la muestra y recibieron la misma información sobre salud, incluyendo dieta y ejercicio. La única diferencia con el otro grupo fue que no les enseñaron estrategias de técnicas cognitivas, como la preocupación constructiva (constructive worry), ni recomendaciones sobre qué hacer y no a la hora de irse a dormir.

El resultado fue que este último grupo obtuvo peores resultados. Si bien la frecuencia y severidad de los sofocos no cambió entre ambos grupos, en el primero notaron cómo los síntomas vasomotores interferían menos en el día a día que antes de recibir la terapia. Por tanto, los investigadores consideran que realizar esta terapia por teléfono es potencialmente eficiente y coste-efectiva.

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