¡QUÉ SIESTA!

16 febrero 2016

¡Qué bien sienta la siesta!

La siesta ayuda a recuperar fuerzas y aumenta el rendimiento y el estado de alerta, previene accidentes, contribuyendo a disfrutar de todo lo que acontece a tu alrededor.
Típicamente mediterránea, la siesta es tan saludable que hasta los chinos la protegen en su constitución (el derecho al xiu-xi o siesta), y los japoneses la imponen durante la jornada laboral. Esta panacea se define como el período de descanso establecido en la primera hora de la tarde, de duración limitada, después de la comida y que interrumpe la actividad diaria.

El efecto postprandial

Si atendemos al ritmo circadiano, que es el que marca las pautas de nuestra actividad diaria, observaremos que el momento de mayor actividad del día se sucede a media mañana, momento a partir del cual la actividad del organismo comienza a descender y adquiere su punto más bajo después de comer. Este descenso que sigue al almuerzo, y que para algunos llega a ser un auténtico “parón”, se conoce como “Efecto postprandial” en el que está implicado el proceso de la digestión. Durante la digestión aumenta el flujo sanguíneo hacia la región gastrointestinal, por lo que disminuye la actividad en los otros sistemas del organismo, de ahí la necesidad de reposar. De esta manera, con la siesta le damos al cuerpo justo lo que necesita.

En su justa medida

Pero, ¿a quién no le ha ocurrido que, después de dormir una siesta de al menos dos horas, se ha levantado de mal humor, abotargado y sin ganas de nada?. La explicación está en que una siesta de más de 45 minutos nos hace entrar en la fase más profunda del sueño. En esta fase, llamada REM, se produce una relajación muscular total y en ella se producen movimientos oculares, fiel reflejo de la intensa actividad neuronal que se está produciendo al haber entrado en la fase de los sueños. Esto no es bueno, ya que la siesta nunca debe hacernos entrar en un sueño profundo, que al cortarse, nos llevará al aturdimiento. Lo más recomendable es no exceder los 45 minutos. Incluso hay estudios que nos hablan de los 15 minutos como el número ideal.

Biorritmos alterados

Si el ritmo circadiano favorece la práctica de la siesta, ésta a su vez puede alterar los biorritmos, dando lugar a episodios de insomnio nocturno. Esto suele ocurrir con las personas mayores, en quienes a la progresiva disminución del sueño que acontece con la edad, se añade el riesgo de robarle horas de sueño a la noche con la práctica de la siesta.

Asimismo, el desarrollo del ritmo circadiano puede estar alterado en personas con enfermedades neurológicas como el Alzheimer, por enfermedades endocrinológicas o por la acción de fármacos o drogas. También existen personas con ritmos circadianos anómalos que pueden padecer somnolencia diurna a consecuencia de la distribución errónea entre el período de vigilia y sueño.

¿Precaución?

Aunque la tensión arterial disminuye durante el descanso, las personas que sufren hipertensión deben estar alerta si tienen el hábito de dormir la siesta, ya que las cifras de tensión arterial se elevan tras el descanso, de ahí que alcancen los máximos por la mañana. Curiosamente, esto no ocurre con las personas diabéticas, en quienes se ha demostrado la inexistencia de estos cambios en la tensión arterial asociados al biorritmo.

FUENTE: http://www.consejosdetufarmaceutico.com/la-siesta-os-sienta-tan-bien/

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